Por Maria Celada De Abajo
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15 de septiembre de 2022
Cuando hablamos de respiración nos referimos al proceso de intercambio de gases entre los seres vivos y el ambiente. Existen dos tipos de respiración: respiración celular o interna y respiración externa. La respiración externa es el proceso de intercambio de oxígeno y dióxido de carbono con el medio ambiente, y se clasifica en respiración pulmonar, braquial, traqueal o cutánea. En el caso de los mamíferos, la respiración se da principalmente a través de los pulmones; sin embargo, los seres humanos sí que tenemos un pequeño porcentaje de respiración cutánea que nos permite realizar funciones secundarias como la transpiración. La piel, además de protegernos frente a los agentes tóxicos del ambiente, también respira y se nutre del oxígeno que nos rodea. Por lo tanto, la forma en que respiramos tiene un impacto directo en la salud de nuestra piel: Incrementa la capacidad pulmonar para llevar más oxígeno a las células de la piel. Ayuda a desintoxicar mejor el cuerpo. Contrarresta los efectos que tiene la contaminación en el organismo. Reduce los síntomas de envejecimiento prematuro asociados al estrés. Tonifica los músculos de la garganta reduciendo la flacidez de la piel que suele aparecer con el paso del tiempo. La respiración consciente es una técnica donde llevamos toda la atención al proceso de inhalación y exhalación, centrándonos en el aire que entra y sale por las fosas nasales. Por medio de la respiración consciente podemos revertir el envejecimiento de la piel mostrando un aspecto más luminoso y vivo. Esto es debido a que la calidad del sueño mejora, los niveles de estrés se reducen, el organismo se descongestiona y desinflama y la piel mejora su brillo y apariencia. Además de su efecto sobre la salud de la piel, la respiración consciente ha demostrado tener otros múltiples beneficios: Reduce la ansiedad: activa el sistema nervioso parasimpático reduciendo el ritmo cardiaco y la presión sanguínea. Ayuda con el agotamiento: el agotamiento o sensación de desgaste es algo común en la vida adulta. Estudios recientes han encontrado que la respiración consciente reduce el agotamiento emocional y la ansiedad. Proporciona alivio frente al dolor: puede resultar efectiva a la hora de reducir el nivel de intensidad del dolor pudiendo llegar a resultar efectivo como alternativa a los opioides en personas con afecciones de dolor crónico como la fibromialgia, las migrañas o el dolor lumbar. Disminuye los pensamientos negativos: practicar la respiración consciente puede disminuir los pensamientos repetitivos negativos comunes en personas con depresión dando paso a un mejor estado de ánimo. ¿Cómo llevar a cabo la respiración consciente? Las técnicas de respiración son una serie de pasos que te permiten respirar con cierto orden y sentido. Respiración abdominal . Debemos encontrar una postura en la que sintamos comodidad: tumbado con las manos sobre el abdomen. El proceso consiste en inspirar lentamente por la nariz para llenar los pulmones de aire observando cómo el abdomen se hincha. Retenemos unos segundos el aire y lo soltamos lentamente a la vez que las manos y el abdomen bajan. Debemos ser conscientes de cómo se van vaciando los pulmones. Puede ayudar a la respiración que la concentración se mantenga en cómo suben y bajan las manos al respirar mientras piensas en imágenes agradables. Repitiendo el proceso conseguiremos dominar la técnica. A pesar de comenzar entrenando en posición horizontal, la práctica hará que utilicemos este tipo de respiración en cualquier lugar y situación sin ser conscientes de que lo hacemos. Respiración nasal alterna . Se basa en la conexión que tienen las fosas nasales con los hemisferios y con la parte simpática y parasimpática del cerebro. En un lugar tranquilo, debemos colocarnos con la columna estirada. Empezamos respirando profundamente por las dos fosas nasales 2 ó 3 veces y seguimos los siguiente pasos: cerramos la fosa derecha con el pulgar e inspiramos durante 4 segundos con la izquierda; después cerramos las dos fosas y mantenemos el aire durante 4 segundos; continuamos cerrando la fosa izquierda y expulsamos el aire por la fosa derecha durante 7 segundos y, por último, cerramos la fosa izquierda y repetimos el proceso inspirando por la fosa derecha y espirando por la fosa izquierda. Debemos repetir el proceso completo 3 veces. Respiración cuadrada . En una postura cómoda y con los ojos cerrados, debemos inspirar por la nariz mientras contamos mentalmente hasta 3, retenemos el aire en los pulmones durante 3 segundos y espiramos contando mentalmente 3 segundos para después mantener los pulmones vacíos durante 3 segundos. Es fundamental que todas las fases sean exactamente iguales en duración. Respiración completa. Se trata de una mezcla de algunas técnicas explicadas anteriormente. En posición horizontal, colocamos una mano en el vientre y la otra en el pecho. Cuando comencemos a inspirar debemos hacer que suba solamente la mano superior, retenemos el aire y espiramos por la boca, repitiendo el proceso 2 ó 3 veces. Después repetimos el proceso siendo la mano colocada en el vientre la que suba en la inspiración, retenemos el aire y espiramos por la boca, repitiendo el proceso 2 ó 3 veces. Una vez dominados estos dos pasos debemos mezclar ambos. Esta vez, al inspirar, el aire debe empezar a levantar la mano del vientre primero y seguir dilatando la zona de las costillas, levantando la otra. Este proceso debe terminar levantando las clavículas en el final de la inspiración. En este momento los pulmones estarán llenos y debemos mantener el aire unos segundos sin que eso lleve a sentir presión en determinadas partes del cuerpo. En la expulsión del aire, se sigue el proceso inverso, dejando que el aire salga de las clavículas, de la zona de las costillas y del vientre en el último lugar.